07 junio 2014

DECÁLOGO PARA UN FELIZ POSTPARTO

Decálogo para un puerperio feliz

1.     Entrégate al vínculo. Disfruta del enamoramiento de tu bebe, de esa locura de amor. No temas la sensación de no ser tu misma. Al fin y al cabo, no solo ha nacido un bebé, también ha nacido una madre.
2.     Confía en ti. Vas a amar mucho a tu hijo y vas a ser una buena madre. Confia en tu cuerpo, está preparado para dar alimento y cobijo al bebé. Puedes cuidarlo y hacerlo feliz, el te necesita y vas a hacerlo bien.
3.     Recuerda que antes que nada están ustedes dos. Di no a las visitas que no desees, con dulzura pero con seguridad. Necesitáis intimidad y descanso. Si la casa esta desordenada no es ahora lo más importante del mundo.
4.     Pide ayuda antes de estar superada. Expresa tus preocupaciones y tus necesidades. Si no puedes con la casa, no te martirices. Recuerda que antes las mujeres puérperas recibían cuidados de otras mujeres experimentadas y colaboración en las tareas. Lo más importante es que descanses y cuides del bebé. Si tienes otros hijos busca ayuda para poder hacerlo.
5.     Descansa siempre que puedas. Acuéstate cuando el bebe duerma. Colecha o duerme al lado del bebé, así ni se despertará tanto ni te desvelaras cuando pida el pecho.
6.     Da el pecho. Recuerda que tu leche alimenta, que no hay leches aguadas. Destierra ese y otros mitos sobre la lactancia. Infórmate con expertos de verdad, que apoyen la lactancia materna y sepan sobre ella. Acude a un grupo de apoyo si tienes alguna duda o preocupación. La lactancia te va a ayudar tanto emocional como corporalmente a conseguir el equilibrio.
7.     Busca el soporte emocional de otras madres experimentadas y sensibles. Investiga si hay un grupo de apoyo a la crianza en tu zona. Plantéate si una doula puede hacerte falta y no descartes la idea por novedosa. Si te sientes sola o aislada, seguro que otras madres pueden ayudarte.
8.     Conéctate a tu bebé, aprendiendo a entender sus mensajes. Los bebés si llevan “manual de instrucciones”, ellos mismos. Si aceptamos la idea de que el niño es capaz de identificar lo que necesita y pedirlo, es mucho más sencillo. Los demás mamíferos tienen solo su instinto y se comunican con sus crías. Confiando en el nuestro podemos hacerlo. Hay que dejar salir el instinto y racionalizar menos.
9.     Olvídate del reloj. Tu ritmo es el del bebé. La lactancia no tiene horarios. No cuentes las tomas, deja que el bebé viva pegado a tu cuerpo. Esconde el reloj. No va ser para siempre. Pero sí en estos primeros días. Concédetelo. Vale la pena. Inviertes en felicidad, y eso vale más que nada, así que si puedes, contrata ayuda.
10.   Haz lo que tu sientas, no lo que te digan. Es el momento de hacerte mas libre. La opinión de los demás no tiene que ser tu guía. Concédete hacer las cosas como te hagan más feliz, no como “hay que hacerlo”. Tira las ideas preconcebidas a la basura, y déjate fluir. Puedes coger al bebé en brazos todo lo que te apetezca, así que adelante, reinventa todo y cría a tu pequeño como te salga del corazón.

¡GRACIAS POR CONFIAR!                     LIC. MARCELA PINTOS

RELAJACION DEL UTERO II

Cómo y por qué funciona la relajación del utero II
Como hemos visto anteriormente el útero, que es un órgano muscular, está enervado por los dos sistemas nerviosos del Sistema nervioso autónomo: el sistema nervioso simpático (SNS) y el parasimpático (SNP). El SNS lo que provoca es la tensión de estos músculos y una disminución del riego sanguíneo al órgano; mientras que la activación del SNP provocaría la relajación de las fibras musculares y una mayor afluencia de sangre al órgano. Además, el hecho de estar uno u otro sistema funcionando tiene efectos también en el resto de los órganos que comparten espacio con el útero en la pelvis y en el sistema sexual de la mujer. Una mayor afluencia de sangre al útero nos garantiza una mayor conexión entre el cerebro y el músculo, entre la oxitocina (hormona implicada en el parto y en la lactancia tanto como en el orgasmo) y los receptores de oxitocina que se encuentran en las fibras musculares del útero. Es decir, permitimos que el juego biológico que pone en marcha el sistema sexual se active globalmente.


La práctica del entrenamiento autógeno nos permite acceder con mayor facilidad a un estado de relajación profunda, lo que equivale en la práctica a activar el SNP. Esta técnica ha sido estudiada una y otra vez y son numerosos los estudios médicos y científicos que avalan los efectos físicos y psicológicos que su práctica ofrece. En 2012, el equipo del departamento de neurología del Hospital Universitario Esssen (Alemania), se había propuesto investigar la modulación del dolor durante el estado mental obtenido en la relajación autógena. En el estudio demostraron, a través de imágenes obtenidas mediante resonancia magnética, las modificaciones que la práctica del entrenamiento autógeno había efectuado en el cerebro durante un proceso doloroso. Se activaron campos cerebrales diferentes en las mismas personas cuando estas se encontraban en estado de relajación al ser sometidas a dolor (1). Incluso la aplicación de este tipo de relajación ha sido estudiada en relación a enfermedades como el síndrome de colon irritable. En la facultad de medicina de la universidad de Tohoku, llevaron a cabo un experimento en el que enseñaron a 11 personas el entrenamiento autógeno, mientras a otros 10 les ofrecían información sobre hábitos alimenticios sanos y estilo de vida. Los resultados ofrecidos en este estudio fueron una gran diferencia de respuestas entre ambos grupos y revelaron que el entrenamiento autógeno es un excelente aliado para reducir los efectos del síndrome de colón irritable (2). Tanto las reacciones al dolor como los movimientos y reacciones del colon hunden sus raíces en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo. Por lo que, por estos, y por otros muchos estudios realizados puede inferirse que es posible acceder al funcionamiento del sistema nervioso autónomo a través del entrenamiento autógeno. Otro ejemplo lo encontramos en la reducción del tono vagal y las pulsaciones del corazón en casos de ansiedad (3). Como vemos, este tipo de relajación tiene implicaciones en el comportamiento de la musculatura lisa unitaria  como el útero  y la gastrointestinal y pueden mejorar su respuesta.  

RELAJACION DEL UTERO I

Cómo y por qué funciona la relajación del útero?
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Empecemos por el principio. El útero es un órgano múscular hueco, o sea que está hecho de tejido muscular*. Como cualquier tejido muscular debe poder moverse (contraerse y distenderse) sin dolor y de forma eficaz. A diferencia de los músculos que tenéis en los brazos, piernas o cara, por ejemplo; el útero está formado de músculo liso (al igual que el aparato gastrointestinal o el ureter). Este músculo (según el consenso médico), como todos los músculos lisos, no pueden ser movidos a voluntad... ¿Significa eso que no podemos relajarlo?

Pues si nos situamos ahora en la evidencia científica más ortodoxa, no parece que haya inconveniente en relajar el útero. El cuerpo no puede ser diseccionado, separado o reducido más que como un modelo para comprender; pues como se dice habitualmente, el mapa no es el territorio. El sistema nervioso autónomo o vegetativo es el encargado de controlar y regular las actividades metabólicas del organismo, por lo que mantiene una estrecha relación con el sistema endocrino. Además, inerva la musculatura lisa y la estriada cardiaca. El sistema autónomo se divide en el sistema nervioso simpático, que es el encargado de poner en marcha y sostener las acciones que implican gasto de energía. Y el sistema nervioso parasimpático, encargado de conservar la energía del sistema. Ambos sistemas son incompatibles entre sí, si está activo uno, no lo está el otro; y sus efectos son igualmente contrarios. 

Veamos. El sistema nervioso simpático inerva los músculos de las paredes uterinas a través de los ganglios mesentérico inferior y lumbosacros y su función es la vasoconstricción. Cuando el sistema nervioso simpático se pone en funcionamiento se produce una serie de efectos en el cuerpo con repercusión directa en el sistema sexual femenino:
- aumento de la frecuencia cardiaca.
- aumento de la presión arterial.
- aumento de la frecuencia respiratoria.
- vasodilatación coronaria.
- vasoconstricción genital.
- estimula la glándulas adrenales.
- contrae esfínter vesical interno.
- relaja la vejiga.


El sistema nervioso parasimpático tiene una distribución craneosacral y la mayoría de sus fibras están contenidas en el nervio vago que inerva toda la estructura contenida en las cavidades torácica y abdominal. Las fibras preganglionales hacen sinapsis en los plexos viscerales pelvianos donde invervan el colón y los órganos reproductores, entre otros. El sistema nervioso parasimpático está involucrado en los procesos para recuperar energía, el reposo del sistema y la relajación. Los efectos del sistema nervioso parasimpático en el cuerpo:
- Disminuye frecuencia cardiaca.
- Disminuye presión arterial.
- Disminuye frecuencia respiratoria.
- Reduce riego sanguíneo al cerebro.
- Provoca vasoconstricción coronaria. 
Vasodilatador genital.
- Estimula la digestión.
- Aumenta secreción salival.
Relaja esfínter vesical interno.

Ambos trabajan juntos, manteniendo un equilibrio; excepto en las situaciones de estrés, ira o miedo donde el sistema simpático es el primero en reaccionar. 


Y aquí es donde entra el entrenamiento autógeno de Schultz (el método que utilizamos para relajar el útero). Precisamente este sistema, y no otro, se basa en la posibilidad de trabajar y modificar el estado del sistema nervioso autónomo. Lleva funcionando casi un siglo, está médicamente reconocida y es utilizada en psiquiatría. Y eso es lo que hacemos al relajar el útero, pasar de estar bajo el dominio del sistema nervioso simpático al parasimpático. Y, entonces, dejamos de sentir dolor durante la menstruación, o dilatamos con mayor facilidad durante el parto o sentimos un mayor deseo y placer sexual... 

LA MATERNIDAD Y LA SEXUALIDAD

Sé que hay mujeres que tienen una maternidad frustrada y frustrante, llena de renuncias y dolor, rencor y soledad. Después de cinco años dedicada a acompañar a madres en sus procesos me he dado cuenta de que la maternidad es subjetiva y está hecha de experiencias presentes y pasadas. Me explico mejor. La maternidad es como la sexualidad. Si tú no gozas con el sexo (y no has gozado nunca) es harto improbable que puedas comprender a otra mujer que le gusta tener sexo. No podrás ni plantearte que las mujeres deseen tener sexo. Que muchas mujeres quieran tener mucho sexo te puede parecer de locas. Quizá pienses que las mujeres que tienen sexo, lo hacen porque están sometidas a la pareja y ellas no encuentran ninguna satisfacción haciéndolo, que el hecho de tener sexo es un acto retrógrado y machista.

¿Te lo imaginas? 

Pues con la maternidad pasa lo mismo. Nos acusan de machistas o retrógradas a las que disfrutamos de nuestra maternidad, porque para muchas mujeres no es fácil comprender que se encuentre placer (también sensual y sexual) en el embarazo, parto y crianza de nuestros hijos. Si nunca se ha sentido el placer de esa entrega, si no se ha traspasado la delicada dulzura y la fuerza, el poder y la sabiduría de la maternidad, es muy difícil de explicar que una quiera y le satisfaga estar en contacto con sus criaturas. La naturaleza es sabia y ha decidido (inmejorable elección) que sea a través del placer sensual y emocional que se garanticen los cuidados del pequeño. Que muchas mujeres accedan a esta experiencia desde el dolor, en vez de desde el placer, es lo que deberíamos mirar.

Damos por sentado en esta sociedad que una mujer que no goza del sexo puede tener un problema físico o psicológico que puede solucionarse, o una pareja o unas circunstancias que no son las adecuadas. Sin embargo, cuando se toca la maternidad, en vez de procurar cuidados para la mujer y un mejor entorno para ver qué está sucediendo, las madres nos dedicamos a hacer ideología del fracaso (a veces casposa) o a señalarnos con el dedo. Estoy convencida de que detrás de una mujer que no ha gozado su maternidad, hay algún asunto pendiente: quizá las circunstancias del nacimiento no fueron las adecuadas, o no se deseó esa maternidad (este es el primer mandamiento del buen sexo, que nazca del deseo, no de la imposición (ni siquiera de los propios debería)), o esa mujer se quedó sola sin apoyos, o se desconectó del sentir para que no le doliera el alma y no tuvo acompañamiento, o le faltó sostén económico o emocional, o su pareja estaba en crisis o hizo las cosas que se esperaba de ella, en vez de lo que sentía o se arrepintió...


Ahora encontramos también a madres que se arrepienten de haber caído un camino maternal que no era el suyo, el de la crianza con apego. Se quejan de que esa corriente de crianza respetuosa las dejó vacías y las convirtió en una sombra irreconocible, siempre dispuesta a dar, siempre renunciando. Y las comprendo. Porque la verdadera crianza que respeta a la crías, respeta a las madres. Pretender funcionar desde la lógica de los escritos, aplicar métodos y sostener ideologías en la crianza es como fingir los orgasmos. Nos quedamos agotadas y sufrimos. Creo que vivir con un libro de instrucciones bajo el brazo es un inmenso error. Creo en las mujeres que se escuchan y actúan con sus hijos desde su sabiduría interior (aunque a veces se equivoquen), en las madres que conectadas con sus bebés les escuchan y atienden porque a ellas también les da placer amamantar, dormir abrazadas o sostener a la cría; no porque lo diga el último libro de moda. Y no me malinterpretes, no estoy diciendo que la maternidad sea caramelo y sonrisas todo el tiempo. Como los buenos amantes te llevará de un estado a otro, con mayor o menor intensidad y encontrarás multitud de sensaciones nuevas (algunas incómodas) y partes de ti que no habías conocido antes. Pero, como cuando estás con un buen amante, no querrás estar en otro lugar.  


Hay tantas maneras de ser madres como mujeres hay en la tierra, pero me da miedo comenzar a normalizar en la maternidad lo que en otros ámbitos señalaríamos como patológico o extraño. Me gustaría dejar atrás esas visiones almibaradas de puntillas y lacitos porque en nada se ajustan a la maternidad. La maternidad es un estado salvaje, poderoso, sexual y creativo que lo arrasa todo. Y si llegamos a la maternidad con muchas cuestiones vitales pendientes, puede ser un revolcón intenso y doloroso. Lo que no implica que no se pueda disfrutar de la maternidad, incluso en momentos de crisis intensas. Sobre todo, si tenemos la capacidad de distinguir la felicidad de la comodidad. 

Como en el parto, una no puede más que entregarse al momento, disfrutarlo, hacerse a un lado para que se produzca el milagro que hace que después del nacimiento del niño, renazca la mujer que lo parió con los pies plantados en la tierra y los brazos alzados al cielo. En ese espacio, cabe la Vida en mayúscula y la mujer que lo sostiene conoce, al fin, su valía y poder. Igual que deseo que todas las mujeres del planeta gocen de la mejor vida sexual posible, desearía que todas nosotras fuésemos capaces de criar en el gozo y el placer. Porque no he encontrado nada más subversivo, libertario y revolucionario que el amor salvaje de "la madre mamífera" a sus crías. Porque no hay estamento, sistema ni ideología que se resista a la fuerza arrolladora de una madre dispuesta a sentir placer; a ser, por fin, ella misma.