"La paz, la seguridad y el bienestar de cada individuo se gestan ANTES de nacer"
30 octubre 2012
Como relajar cuello de útero
La vagina y la cérvix también son esfínteres, es decir músculos circulares que controlan la apertura y cierre de órganos que contienen (vejiga, intestinos, útero) y que necesitan de este músculo tanto para retener como para liberar.
Los esfínteres se abren mejor en condiciones de confidencialidad e intimidad. Funcionan mejor sin límites de tiempo y no están bajo el control voluntario del propietario, es decir, no responden a órdenes racionales como “orina ahora”, “ evacua”, o “puja”. Sin embargo si responden bien a halagos de personas cercanas y de confianza.
Los esfínteres se abren mejor en condiciones de confidencialidad e intimidad. Funcionan mejor sin límites de tiempo y no están bajo el control voluntario del propietario, es decir, no responden a órdenes racionales como “orina ahora”, “ evacua”, o “puja”. Sin embargo si responden bien a halagos de personas cercanas y de confianza.
Cuando el esfínter de una persona está en proceso de apertura, puede cerrarse de repente si esa persona se asusta, se molesta, se siente avergonzada o tímida. Debido a los altos niveles de adrenalina en el torrente sanguíneo no favorecen (a veces incluso previenen) la apertura de los esfínteres. Por ello el ambiente físico y emocional alrededor de una mujer en trabajo de parto (o incluso de un adulto intentando evacuar) influye directamente sobre qué tan rápido y tan fácil logra su cometido.
El estado de relajación de la boca y la mandíbula se correlaciona directamente con la capacidad del cuello del útero, la vagina, el ano para abrir a plena capacidad. Una boca relajada y abierta trabaja a favor de una mayor apertura vaginal y el cuello uterino. Por ello besarse íntimamente también es una forma de facilitar la relajación y la apertura.
La risa es infalible aliado en relajar los esfínteres, pero el humor en un trabajo de parto requiere en los presentes cierta complicidad, y del ambiente una atmósfera placentera, no muy diferente de un espacio para hacer el amor.
Para más información sobre la Ley del esfínter de Ina May http://www.inamay.com/ article/ understanding-birth-and-sph incter-law
El estado de relajación de la boca y la mandíbula se correlaciona directamente con la capacidad del cuello del útero, la vagina, el ano para abrir a plena capacidad. Una boca relajada y abierta trabaja a favor de una mayor apertura vaginal y el cuello uterino. Por ello besarse íntimamente también es una forma de facilitar la relajación y la apertura.
La risa es infalible aliado en relajar los esfínteres, pero el humor en un trabajo de parto requiere en los presentes cierta complicidad, y del ambiente una atmósfera placentera, no muy diferente de un espacio para hacer el amor.
Para más información sobre la Ley del esfínter de Ina May http://www.inamay.com/
23 octubre 2012
16 octubre 2012
Cómo saber si mi hijo está bien?
Cómo saber si mi hijo está bien?
Las madres modernas queremos hacer lo correcto y tomamos decisiones razonables. Sin embargo, solemos desatender nuestras intuiciones espontáneas. ¿Por qué muchas madres no sentimos "desde la panza" lo que les pasa a nuestros hijos? Porque nuestra capacidad de protegerlo y ampararlo depende de la represión sexual que hemos vivido a lo largo de nuestra vida, del desamparo en el que hemos permanecido sometidas durante nuestra infancia y de la moral, el autoritarismo afectivo y la rigidez que aún hoy persisten y son parte de nuestra manera de ser.
Es decir, una vez que tenemos al niño real en brazos, nos encontraremos con nuestra capacidad o incapacidad para percibirlo, según nuestra historia emocional pasada, de la que generalmente no tenemos un claro registro. De todas maneras, la función maternante se puede aprender buscando referentes externos, siempre y cuando reconozcamos que nos resulta difícil responder a las señales del niño pequeño.
En todos los zoológicos del mundo, se sabe que cualquier mamífera hembra criada en cautiverio tendrá pocas chances de concebir y dar a luz a su cría. Luego -si lo logra- difícilmente "la reconozca" como propia y, posiblemente, tenga dificultades para cuidarla y protegerla. Pero los cuidadores del zoológico la ayudarán, y la cría normalmente sobrevivirá.
Lamento estas comparaciones, pero a las mujeres nos sucede algo parecido: atravesamos los embarazos totalmente despojadas de nuestro saber interior y luego parimos en cautiverio. Atadas, pinchadas, amenazadas y apuradas. Entonces, inmediatamente después de producido el nacimiento, nos sucede que desconocemos a nuestra cría.
Las madres tenemos que hacer un esfuerzo intelectual para reconocer a ese hijo como propio, y luego más esfuerzos para calcular matemáticamente lo que está bien, lo que es adecuado, lo que es pertinente o lo que corresponde. ¡Pero con ese sistema nunca sabremos si hemos tomado la decisión acertada!
Justamente, el secreto está en la cercanía emocional, la intuición, la mirada interior y la vibración desde las entrañas. ¿Puede una madre tener una fluidez tan extraordinaria para responder intuitivamente a las necesidades del bebe? Sí, claro, ¡pero tiene que provenir de una infancia ideal!
Si hemos recibido suficiente amparo, contacto corporal, palabras cariñosas y disponibilidad emocional a lo largo de toda nuestra infancia, es mucho más probable que respondamos instintivamente a las demandas del niño pequeño. Caso contrario, necesitaremos apoyos externos que nos guíen hacia el amor y nos ayuden a conectar con el bebe real, quien nos avisa todo lo que le pasa..
14 octubre 2012
PARTO RESPETADO
Parir y nacer de nuevo
La maternidad, a quien le rendiremos
pleitesía durante octubre, se construye durante la vida misma. Pero el punto
bisagra, qué duda cabe, es la parición misma. Echamos un vistazo al llamado
parto respetado. Parir y nacer, estrellas en el firmamento de la humanidad.
Escribe aquí un hombre. O bien: escribe aquí, al menos, un varón. Y un varón escribirá aquí sobre el parto. Por tanto, este escriba pretenderá / osará ocupar un espacio en el cual siempre fue un invitado de piedra. Como naciente. Y como padre. Una y otra vez, nunca se sintió tan inútil.
Escribe aquí un hombre. O bien: escribe aquí, al menos, un varón. Y un varón escribirá aquí sobre el parto. Por tanto, este escriba pretenderá / osará ocupar un espacio en el cual siempre fue un invitado de piedra. Como naciente. Y como padre. Una y otra vez, nunca se sintió tan inútil.
Ámbar frunce la cara. Pone sus manos por delante,
arriba, juntas, como haciendo fuerza para arriba. Haciendo fuerza para salir.
Todo su cuerpo semeja energía. Su mirada se esfuerza en forma invisible. Así,
dice ella, nació. Así, cree ella, nació. Siendo ella, Ámbar, la protagonista de
un parto en donde fue una más entre la obstetra, la enfermera, el
anestesiólogo, el residente, el practicante, el observador, el ayudante, la
madre sudada y el padre inútil.
“Tuve la posibilidad de ser protagonista de mi parto y
mi hijo tuvo la posibilidad de ser protagonista de su nacimiento”, dice cuando
me voy Celsa Bruenner, la médica insigne de lo que se conoce como parto respetado
en Córdoba. La médica que de tanto humanizar al Hospital Misericordia, fue
pasada a un casi retiro. La médica que habló durante dos horas de la necesidad
de humanizar los nacimientos, las pariciones. La médica a la que tuve que
preguntarle, indiscreto y sobre el filo de la despedida, si era madre. La
médica que habló de ser protagonistas.
En Argentina hay una ley. La 25.929.Se promulgó en
2004. Y se conoce, claro, como la Ley del parto respetado o humanizado. Habla
de los derechos de toda madre, niño y padre en relación al embarazo, parto y
posparto. Habla, la Ley, de que todas tienen derecho a ser tratadas con respeto
y de modo individual y personalizado que le garantice la intimidad durante todo
el proceso. Intimidad dice la Ley. A ser considerada, ella, madre, una persona
sana. A ser considerada, ella, madre, protagonista de su parto. Y que ella,
madre, tiene derecho al parto natural, respetuoso de los tiempos biológicos y
psicológicos, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén
justificados. A estar acompañada por una persona de su confianza y elección. A
tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el establecimiento
sanitario.
Lo dice la Ley.
Pero no tanto.
“Hay una visión muy verticalista y una hegemonía
médica, donde no hay un trabajo interdisciplinario para la atención de la
embarazada y del parto, del nacimiento y de los niños, con una visión de
respeto”, dice Bruenner, que hoy, tras el pase a comisión que le realizó la
provincia en 2008, cuando era jefa de guardia del Misericordia, trabaja en el
apartado Maternidad e Infancia, en donde, junto a Unicef, lleva adelante el
proyecto Maternidad segura centrada en la familia, “para ver –dice Celsa- si se
puede cambiar un poco este paradigma de atención del embarazo y del parto”.
-¿Cuál es ese paradigma?
-En este momento es lo que el médico decide, no
importa si existen leyes o no. Estamos tratando de sensibilizar, que se sepa
que la comunidad tiene derecho a ser respetada en sus pautas culturales, que
tiene derecho a una atención digna.
Apuntan, dice Celsa, a evitar todos los maltratos que
hay a nivel hospitalario. “Es concientización, primero, de todos los que
trabajan en las maternidades. Y luego trabajar con la comunidad, empoderarla,
hacerle conocer sus derechos”.
Conocer derechos y obligaciones hoy desconocidos. No
por casualidad. “Todo lo que es enfoque de derechos molesta mucho, todo lo que
signifique un cambio desde el derecho, porque nos obliga a mirar y a ponernos
en el lugar del otro. Tener una visión solidaria es muy difícil”, dice Celsa, y
habla de sus pares. Si hoy se habla del parto respetado o humanizado como una
rara avis en el mundo del nacimiento, es porque, en general, los preceptos de
la Ley poco se tienen en cuenta. Decimos: si hubo que crear una ley, era porque
el parto no era/es respetado.
La mujer embarazada, dice Celsa y lo refrenda la Ley,
no es una mujer enferma, “los protagonistas son ella; su bebé y su pareja. Y no
hemos tenido una actitud de respeto para atenderla ella, todo el sistema de
salud tiene que estar a su servicio, no para someterla a prácticas que
científicamente está demostrado, ya, desde 1985, desde la Declaración de
Fortaleza, que no son efectivas y que incluso traen muchos más daños”.
Y ahí es cuándo empezamos a hablar de ejemplos:
-El acostarla
-El rasurarla
-El hacerle episiotomía en forma rutinaria
-El ponerle suero en forma rutinaria
-El romperle bolsa
-En dejarla sola sin que nadie la pueda acompañar
-En ponerle oxitocina.
“Hace 150 mil años que existe el homo sapiens. Y hace
desde entonces las mujeres han parido de la misma forma. ¿Qué pasa que hace 50
años violamos todas las leyes naturales?” se pregunta la médica y dice que hay
lugares con un 90% de cesárea, “alterando todas las leyes naturales. Pero
además agregándole riesgo y mayor mortalidad y morbilidad –el daño que queda
después de una cirugía-. No se respetan ni las pautas culturales ni a las
parteras, a las que las borraron, las persiguen como si fuera caza de brujas,
cuando en el mundo entero, donde están las parteras, los resultados prenatales
son óptimos. La hegemonía médica ha hecho que las parteras no existan más”.
-¿La soberbia del saber científico?
-Exacto
EXPERIMENTAR PROTAGONIZAR
Jorge Pronsatto es pediatra y, desde el lado de los
niños, también habla de cambiar la actual situación. Está en desacuerdo con la
idea del parto humanizado. Dice que “las canguras no necesitan cangurizar su
parto”. Él prefiere hablar de parto natural. Y cómo, pese a su carácter de
hecho natural, el parto se ha desnaturalizado. “Si tenemos en cuenta que casi
el 100% de los partos son normales -hay un porcentaje muy bajo que requieren
una intervención especial-, vemos que el problema está en que se han utilizado
instrumentos y procedimientos que se han diseñado para algunos pocos casos que
son anormales, pero que se han generalizado en el uso, y se aplican también a
los normales. Son enfoques e intervenciones innecesarias, molestas, dolorosas,
costosas, que se generalizan”.
Y enumera aquellos de los que habló Bruenner más
arriba: Goteos, rasurados, exitocina, el trato poco amable. La episiotomía. Esa
incapacidad para distinguir entre lo normal y lo patológico, “la cesárea
aumenta el riesgo de la mortalidad materna y natal. Aumentan los costos, las
internaciones. Y encima se programan. Dicen: su bebé va a nacer el 15 de
noviembre. Y no, el bebé tiene que nacer cuando tenga que nacer. Y si es
necesario una cesárea, se sabe en el momento en que empieza el trabajo de
parto”.
Pronsatto explica acudiendo al mundo animal del que
somos parte. Somos jirafas. Somos leones. Somos la selva. “Nosotros sabemos que
cuando el parto empieza, se pone en circulación la famosa exitosina, que se
vincula con la mayor contracción uterina. Pero cuando la madre está molesta,
asustada, sube la adrenalina también, que es la hormona vinculada al estrés, y
la dos operan en sentido inverso, cuando una sube la otra baja. Cuando la madre
está asustada, produce menos oxitocina. Y es un mecanismo que está vigente en
todos los mamíferos. Imaginemos una jirafa pariendo en la sabana africana y
aparece un león, sube la adrenalina, se retrasa la oxitocina y la jirafa no
pare, sino el león se la va a comer”.
Las mujeres son jirafas. Que paren ante la mirada de
un león. Todos los días.
“Hay una especie de incapacidad –dice Pronsato- para
distinguir entre lo normal y lo patológico. Y otra confusión es el riesgo y el
daño. Un fumador tiene riesgo de contraer cáncer, pero yo no lo puedo tratar de
antemano con drogas oncológicas por si le llega a dar cáncer”. Por eso, señala,
no se entienden cuestiones como el ayuno, la no deambulación y el no
acompañamiento. “Manos entrelazadas entre la mujer y su pareja tienen un efecto
beneficioso. La mujer se siente mejor y aumenta su oxitocina natural, que tiene
un nivel que es acorde a la necesidad de ese momento”. Ergo, se podría evitar,
como señala la Ley, la utilización de medicamentos que sólo buscan apurar un
proceso que posee tiempos naturales propios.
La Ley de la que hablábamos menciona derechos de las
mujeres, de sus parejas y también de los niños recién paridos. Tan chiquitos y
con derechos. “Si uno se pone a pensar la cantidad de cosas increíblemente
complejas que tiene que hacer desde antes de nacer y aún después… -piensa
Pronsato-. Ese chico necesita, cuando nace, atenciones, no agresiones”.
-¿Hoy son agresiones?
- Muchas.
-Por ejemplo
- Sondas que se ponen en el esófago para sacar un
líquido que después sale solo. La sonda rectal para determinar si tienen un
pasaje rectal normal, cuando una obstrucción es muy rara. Esa cuestión de que
el niño tiene que llorar, cuando en realidad necesita respirar, es desopilante
que lo hagan llorar, porque revela la ignorancia de quien lo hace, el pulmón no
depende de eso. Y el niño es secuestrado cuando nace, se lo saca rápidamente
del lado de la madre, se corta el cordón inmediatamente, se lo lleva a otra
habitación, lejos de su madre. Y lo único urgente, necesario para el niño, es
estar con su madre. Y eso no se respeta. Estar con su madre es el fin de la
incertidumbre. Y ahí nomás prenderse al pecho de su mamá, que no es una
necesidad de alimentación, sino de poner en marcha mecanismos en cascada.
El niño, dice el doctor, no tiene que ser sacado del
regazo de la madre, “no se conoce un lugar mejor para la cabeza del recién
nacido que el espacio que la mujer tiene entre los senos, no una incubadora”. Y
apunta Bruenner: “Cuanto más se han invadido los procesos de parto, más
precozmente los niños tienen conductas agresivas. Si en el nacimiento tenemos
conductas amorosas y respetamos procesos naturales, los niños son diferentes.
Lo dicen las madres que han tenido ambas experiencias”. No obstante, Pronsatto
dice que no se pueden establecer diferencias entre un niño respetado al nacer y
otro que no. “Es muy difícil de mensurar esa situación. Lo que sí sabemos es
que tenemos que volver a las fuentes y dejar ese parto instrumental, ese
nacimiento complicado… Cuando nace un niño parece que el vértigo se instalara,
y en realidad es un momento bellísimo, la vida en su esplendor. La tendencia
tiene que ser hacia la salud, no hacía la enfermedad”.
-¿Ese parto del que habla no necesariamente es el que
se practica hoy en hogares particulares?
-El hospital público o privado podría ofrecer de
manera mucho mejor a lo que se puede hacer en casa, sin aplicar medidas que son
innecesarias, molestas, dolorosas, costosas.
Pero hoy se aplican. Y muchas prefieren quedarse en el
hogar.
PARIR EN PROPIAS PAREDES
Natalia Roca es fotógrafa. También es madre. De tres.
Su primer niño nació como indica el manual del nacimiento ortodoxo: hospital,
acostada, rasurada, inducida, atada, oxitocina artificial. Violentada, dice
ella. Sus dos siguientes tal como ella lo planeó: bajo el techo que mayor confianza
le daba.
“Hay que difundir mucho más, falta información, saber
cuán seguro es parir en la casa. Si el embarazo está controlado, no habría por
qué creer que puede haber riesgos”, dice quien lo hizo dos veces. Y que no
olvida la primera en el hospital: “Yo era muy chica y estaba entregada a lo que
decidía el médico. Y el hecho de que saquen al bebé rápidamente de la madre,
haciéndole cosas innecesarias…”.
-¿Cómo fueron las dos experiencias en casa?
- Alucinante. Nosotros dos y la partera, en casa. Con
toda la familia en contra.
Los suegros de Natalia son médicos. Y estaban en
contra. “Nos decían que éramos unos irresponsables. Yo estaba muy segura de lo
que quería, y mi pareja me acompañaba. Fue en casa, en cuclillas, con un
trabajo de parto súper tranquilo, en corto tiempo, desde las 4 de la mañana
hasta la 1 de la tarde. Ciro se prendió automáticamente de la teta, no hizo
falta que se lo llevaran para ningún estudio, y eso es lo más importante: el
vínculo inmediato con la madre, tranquilos, en silencio, con poca luz, la
intimidad. La madre es la que debe decidir con quién quiere estar y dónde
parir”.
Casi dos años después, Natalia volvió a elegir lo
mismo. “La familia se siguió oponiendo, salvo mi mamá, que se volvió una
militante del parto respetado. Y compramos una pileta inflable y la tuvimos en
el agua. Dos amigos se encargaron de mantenerla tibia, con todo el embarazo
súper controlado, con todos los análisis que hicieran falta para saber que no
era un embarazo de riesgo. La tuvimos en el agua y fue increíble para los dos.
Estuvimos los dos metidos en el agua y cuando nació Mora la hicimos nadar un
poquito y después la pusimos en mi pecho. Un nido, un nido…”.
El nido son las paredes que contienen ese momento único.
El nido son las propias alas. “Cuando uno está en su casa, podés moverte, algo
que en el hospital no. Que te hagan masajes, podés comer, no estás con suero.
Comíamos duraznos con dulce de leche. Y el dolor está a atravesado rodeado de
cariño”.
-Voy a ser algo extremo: el hombre pudo llegar a la
luna, pero la mujer sigue pariendo con dolor. A través de tus experiencias, ¿el
dolor se mitiga? ¿O es natural y no hay nada que hacer?
-Casilda Rodrigañez, una militante de estos temas,
dice que el útero es un músculo y que no lo estamos ejercitando. Antes, cuando
las mujeres parían en sus cuevas, vivían de un modo que ejercitaban el útero,
estando en cuclillas, sin la existencia de sillas. Lo que postula ella es que
los dolores de parto son como calambres que tiene ese músculo que ha sido
mutilado a lo largo de los años. Tenemos un músculo obstruido, que no está
relajado. El dolor está, en la clínica y también en la casa. La diferencia está
en cómo se transcurre ese dolor: en la clínica acentuado por la oxitocina
artificial, y en la casa es paulatino, in crescendo, de a poco, uno lo puede ir
trabajando, una va entrando en un estado de trance, como si no existiera nada
en el afuera, las luces apagadas, sin ningún extraño ni ninguna amenaza
externa. Cuando no dilatás te echan la culpa como si fueras culpable. No queda
otra que dejar que pasen las horas hasta que lleguen las contracciones, que son
fuertes y dolorosas, acompañada por tu compañero y por una mujer que te ayuda a
transitarlo.
Natalia no sólo es madre hecha en casa. Es, como se
dijo, fotógrafa. Inicialmente, de bodas. Después, de experiencias como las que
ella vivió en primera persona. Primero registró partos en hospitales, que le
sirvieron “para recordar cómo era la metodología. Me tocó ver esas cosas y
salía muy mal, y decidí no hacerlo más. Y tuve el primer parto humanizado, con
una pareja de Estados Unidos que llegaron a Córdoba con la idea de darle a su
hijo otra nacionalidad. Yo le conté de mi experiencia y me dijeron que sí, y lo
registré. Y fue alucinante”. Sus imágenes hablan.
Natalia sabe que hoy, al no estar cubierto por una
obra social, el parto en casa se vuelve una cuestión elitista de aquellas que
pueden pagarlo. Por eso, dice que “es bueno que se rompan la cantidad de
prejuicios que hay alrededor, que somos una locas, que somos muy jipis, que se
entienda que es una cuestión de seguridad, de derechos. Y es necesario que se
difunda para que haya partos humanizados en los hospitales. Hay mujeres que no
pueden parir en sus casas por las condiciones de éstas y entonces el parto
humanizado se vuelve una cuestión elitista. Y lo ideal es que empiecen a
cambiar las cosas en los hospitales. Y que desde lo académico se empiecen a
cuestionar estas cosas”.
SANAR HERIDAS
“Por eso es que muchas mujeres cada vez más piden
parir en sus casas, porque son respetadas en su lugar y su tiempo”, dice Celsa.
Y explica: “Yo no menosprecio el saber médico. Y la tecnología bienvenida sea.
Pero hubo siempre un porcentaje menor del 5/6%, donde si no se intervenía, la
mujer o el niño o ambos, morían o quedaban con secuelas. Bienvenidos los
avances, la cesárea oportuna, pero una cosa es un grupo reducido y otra es al
90% de una población sana” dice Celsa. “Invertimos todo el concepto de parto y
embarazo saludable y las tratamos a todas como enfermas. Por eso se las
canaliza, se les pone medicamentos innecesarios, se las restringe. Referentes
han comparado las episiotomías con las mutilaciones genitales femeninas. A
muchas mujeres se les producen daños físicos y psíquicos, incluso para sus
relaciones posteriores”, insiste. Un estudio realizado en Rosario, en el Centro
Rosarino de Estudios Perinatales, demostró que esa intervención llamada
episiotomía, realizada en forma rutinaria, trae más daños y costos en salud pública.
-Cuando planteas esto al resto de los médicos, ¿qué
dicen?
-A ellos les interesa trabajar cómodos, reconocen que
no les interesa la evidencia científica ni las leyes, les interesa trabajar
como están acostumbrados, sin líos. ¿En qué puede complicar que una madre sea
respetada en sus tiempos? ¿Un médico no puede esperar que una mamá abrace a su
bebé apenas nació, 5, 10 minutos? Muchos neonatólogos se sienten molestos por
tener que esperar un momento único, trascendente, irrepetible. No hay ninguna
urgencia para pesarlo, medirlo, tomar el perímetro cefálico, no hay ninguna
urgencia. Se puede hacer dentro de las 24 horas y no cambia nada. Todo eso
genera cambiar estructuras muy rígidas. Los médicos nos creemos los dueños de
parto, a los obstetras nos cuesta decir que el parto lo hace la madre. Hice
tantos partos, decimos. Pará, en realidad, la protagonista, quien hizo el
trabajo, fue la madre, y el que nació fue el niño. Y es el momento pleno de la
familia, de la madre, del bebé, con su pareja. Nosotros nos tenemos que retirar
y dejar que sea pleno de ellos. El embarazo, el parto y el nacimiento son
saludables. El parto sana muchas cosas
-¿El parto sana?
-Sana heridas ancestrales.
Un hombre, aquí, escribió. O bien: escribió aquí, al
menos, un varón. De esos que, si tuvieran que parir, lo haría una vez. O nunca.
Si nos hubiera tocado esa ficha, a nosotros, los hombres, al menos varones, la
humanidad no sería más que una entelequia. Seríamos prehistoria.
Escribió aquí un varón que, al menos, sabe, o cree,
como muchos, que si no fuera por su madre y su mujer, ni él ni lo mejor de él,
lo único certeramente bueno, existirían.
Tal condición, la de parir, esa que es única,
irrepetible, valerosa, de ellas, exige, al menos, respeto.
Respeto
Fuente: revistamatices.com.ar
Fuente: revistamatices.com.ar
12 octubre 2012
PARTO RESPETADO (continuación)
Continuación del Artículo
"Parto Respetado" extraído de revistamatices.com.ar
¿Y LAS PARTERAS?
Cuando se habla de hegemonía médica, se habla del ocultado rol de las parteras. Antes mujeres insustituibles, hoy en vías de extinción. En Córdoba, la escuela que las formaba en el marco de la UNC fue cerrada hace más de 40 años. Hay otras ciudades que dan el título. La Plata, por ejemplo, con 5 años de cursado, más uno de tesis, más dos de residencia. “8 años para que ni siquiera las dejen atender un parto normal, que es lo que busca la nueva ley –ver aparte-. Hoy una partera puede atender inclusive en una casa. Pero después tiene que llamar un médico, 6 años estudiando ese proceso para que después no la dejen actuar. La partera es el personal idóneo para un parto normal. Eso implicaría que el médico sólo se abocaría al 10/15% de los embarazos complicados” dice Bruenner.
MÁS INFORMACIÓN
www.partohumanizado.com.ar Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento: www.relacahupan.com.ar/lared.html |
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