16 abril 2013

EL PODER DE LOS ABRAZOS Y EN LOS NIÑOS


Abrazos, el secreto de la buena salud

Rodear con los brazos a los otros (pareja, familia, amigos, etc.) tiene innumerables beneficios: baja el estrés, previene enfermedades, aumenta la autoestima y hasta produce felicidad. Las claves de esta reacción química y el efecto en los niños.

Edición Impresa: domingo, 14 de abril de 2013

Verónica de Vita

Si el día es agobiante, si el estrés se torna inmanejable, si en algún momento nos sentimos solos o la tristeza nos invade, hay una solución mejor que un ansiolítico o un antidepresivo. Un buen abrazo puede derribar todas estas barreras que impiden alcanzar el bienestar.

Los entendidos aseguran que los efectos son inmediatos y se extienden a largo plazo. Y lo mejor: es gratis, no lleva demasiado tiempo y es sano. Sin embargo, algunos se preguntarán cuánto hace que no abrazan a alguien y para muchos es más difícil recibirlo que darlo.

Este simple gesto de extender los brazos en torno de alguien tiene efectos verdaderamente sorprendentes y poderosos. La lista es larga: contribuye al bienestar, mejora el estado de ánimo, aumenta la confianza y seguridad, reduce el miedo social, produce empatía y actitudes generosas, atenúa el dolor y produce felicidad.

Además actúa sobre el cerebro: influye en el comportamiento, el aprendizaje y la cognición en general. Como si fuera poco, ayuda a retrasar el envejecimiento, reduce el apetito, relaja y fortalece el sistema inmunológico, por mencionar algunos beneficios. Como consecuencia, previene muchas enfermedades.

Pero no se trata de una cuestión mágica sino de algo absolutamente científico. El abrazo produce una serie de reacciones a nivel orgánico, concretamente la liberación de ciertas hormonas, que tienen efectos en los aspectos mencionados.

La endocrinóloga Graciela Ovcar, especialista en psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE), explicó que al producirse el abrazo se segregan ciertas hormonas "que actúan como en red, provocando una reacción en cadena", como si unas activaran a las otras.

"Es el estímulo que activa esta red química" que actúa a nivel psicológico, neurológico, endocrinológico y sobre el sistema inmune. Así, la serotonina, las endorfinas, la dopamina y la oxitocina se ponen en acción y en menor medida el glutamato.

Aunque tienen muchos efectos, a grandes rasgos la serotonina está vinculada al estado de ánimo; la dopamina es "de amplio espectro" e influye sobre la motivación, el placer en todos sus aspectos, da una sensación de objetivo logrado, la atención, la memoria y el aprendizaje; las endorfinas, por su parte, producen bienestar; finalmente, la oxitocina es la llamada "hormona del amor" y se relaciona con lo conductual y emocional, con el afecto maternal, el cuidado y la protección.

El alfabeto emocional
Estas hormonas desencadenan reacciones a nivel biológico y psicológico para producir bienestar en lo inmediato y prevenir enfermedades a largo plazo. "Generan condiciones positivas y mejoran la salud", dijo Ovcar. "Si tengo pensamientos positivos y agradables tendré emociones relacionadas con la alegría y el disfrute e influencia en neurotransmisores y hormonas", agregó la doctora.

Y mencionó lo que se llama "alfabeto emocional": "Cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que tendrá impacto en los 5 trillones de células que forman un organismo".

Así, se habla de conductas "S", como serenidad, silencio, sabiduría, sonrisa, sueño, que generan actitudes "A": ánimo, amor, aprecio, amistad, acercamiento.

Pero los especialistas también hablan de conductas "R": resentimiento, rabia, rencor o reproche que llevan a actitudes "D", en las cuales se pueden incluir desánimo, desesperación, desolación y depresión. Esto ocurre porque se produce una alteración en los niveles de cortisol, que es otra hormona muy noble pero que debe ser secretada en la medida justa.

Las conductas y actitudes negativas lo aumentan o disminuyen conllevando estrés y enfermedad. El desequilibrio en el cortisol es "corrosivo", señaló Ovcar, y daña la memoria, el proceso de aprendizaje, el aparato digestivo, aumenta la tendencia a la obesidad, predispone a las enfermedades autoinmunes y baja las defensas.

"En ambientes disfuncionales, donde hay muchas condiciones de tipo R, se generan integrantes que tienen actitudes D", señaló la endocrinóloga.

En este sentido se preguntó: ¿cómo va a estar motivado un empleado en un ambiente laboral tenso o desagradable o con un jefe que ejerce mucha presión? Entonces, un abrazo, que es una intervención rápida en esta red, permite alcanzar nuevamente el equilibrio.

También colabora con un ambiente de armonía, mayor empatía y comunicación, un mejor trato con el otro, aspectos que en definitiva cumplen la misma función de restablecimiento. Y además contribuyen el autoconocimiento y el ejercicio físico de tipo aeróbico, especialmente caminar.

Abrazar a los niños
Las muestras de afecto y el contacto físico tienen efectos muy positivos sobre los niños, especialmente hasta los tres años.

John Bowlby postula en su "Teoría del apego" que los seres humanos tienden a buscar lazos estrechos que les brinden seguridad, protección y apoyo, y a través de esta motivación construyen vínculos fuertes que los soportan en su exploración del mundo, explicó la psiquiatra especialista en PNIE Celia Del Canto.

"En estas etapas tempranas de la vida el cerebro del niño es altamente plástico y las alteraciones de la relación madre-hijo inducen cambios en la densidad de receptores a distintas hormonas y neutro transmisores y dejan huellas en la corteza prefrontal, fundamentalmente en los procesos cognitivos, motivacionales y de las funciones ejecutivas, lo cual aumenta la vulnerabilidad a ciertos trastornos psiquiátricos", detalló Del Canto.

Además, señaló que la separación de la figura de apego (materna) aumenta la vulnerabilidad al estrés, produce cambios en la función del sistema inmune, altos índices de ansiedad, agresividad y aumenta el riesgo de adicciones.

Ovcar es contundente en este sentido: "Un niño que no recibe abrazos corresponde a un adulto rechazado o a un ambiente laboral disfuncional".

Si el pequeño procede de una familia disfuncional (con conflictos) falta de afecto, no estará motivado, lo que afectará su memoria y no tendrá un adecuado proceso de aprendizaje. Por otra parte, la oxitocina actúa como un ansiolítico para el bebé, mejora el sueño y disminuye la respuesta al estrés, de allí la importancia de la especie de abrazo que se produce durante la lactancia.

En definitiva, los padres preocupados por el bienestar, la salud y la felicidad de sus hijos deberán agregar a sus actividades diarias dar abrazos a sus hijos. Muchos van más allá y postulan que cuatro abrazos por día es lo mínimo para no estar desnutrido desde lo afectivo, mientras que seis permiten el bienestar.

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